«Circunstancia de estar dos cosas contiguas en el espacio o en el tiempo».
Desde hace unos días he venido haciendo una pequeña encuesta entre mis contemporáneos y ninguno de ellos conocía a TikTok. Debo confesar que cuando me enteré de esto hace unas semanas yo tampoco sabía que existía; sin embargo mis hijos sí, y claro, ya son parte de esta comunidad, y seguro junto con los hijos de mis encuestados. Varias reflexiones alrededor de esto; la primera, hay un mundo que se mueve desde hace mucho en Internet del cual no somos partícipes a la edad que tenemos los padres y que inevitablemente estamos predestinados a conocer tarde en el mejor de los casos. Segundo, los chinos van a dominar al mundo (si es que ya no), TikTok (de la empresa ByteDance) ha tenido la capacidad de registrar la información de más de 1,500 millones de usuarios en pocos meses y casi todos de este lado del hemisferio; serio, el gobierno norteamericano está preocupado, es la app gratuita (no juego) más descargada de los últimos tiempos, ya casi a niveles de Facebook y hasta más que Snapchat.
Tercero, en esta plataforma reina la inmediatez, lo insustancial y la adicción a lo pasajero. Siento que nuestros genes se van reformulando y la generación Z se va convirtiendo ahora en el futuro de la percepción de la vida en medio minuto. La regla es clara, si no te gustan los primeros cinco segundos del vídeo que miras, deslizas el dedo para arriba y te engulles el siguiente. Una suerte de propiedad permite que una misma pista de audio (parte de una canción o frase hablada) pueda ser usada por cualquier otro vídeo y de manera exponencial, de forma que durante el consumo de la información automáticamente se empieza a ver diferentes versiones de lo mismo pero interpretadas por distintas personas sin importar raza, sexo, ni edad. Es la fórmula mágica que va cumpliendo su cometido, la adicción. También hay muros, seguidores, likes, corazones en rojo, etc., etc., etc., casi la misma fórmula de siempre pero estudiada y transformada para convertirnos en fieles adictos de lo efímero. Nos estamos transformando, alejando de las cosas analizadas, razonadas y con suerte profundas.
Basta unas cuantas horas inmerso en este mundo para que Facebook parezca obsoleto y las historias de Instagram algo aburridas, ya las empresas se van a subir al tren y qué no decir de los influencers, más likes, más vídeos “TikTok”, se pone en juego la supremacía de la viralidad, se busca la pandemia digital como razón de vida.
Veremos en qué acaba todo esto.